Todos los futbolistas son diferentes. No todos los niños aprenden igual
En el fútbol la diversidad es algo evidente, es básico para enriquecer a nuestros alumnos y formar equipos e ideas. Los entrenadores crecemos y mejoramos si sabemos apreciar las diferencias que existen en cada uno de nuestros jugadores. Cuando empezamos a practicar fútbol, desde niño, estamos rodeados de gente con capacidades muy distintas, todos somos distintos y cada jugador necesita su ritmo y su momento.
La diversidad impera en todos los ámbitos del deporte, no solo en el fútbol, cuando nos hacemos adultos y nos enfrentamos a la competición este hecho se hace mucho más notorio y hemos de tener los suficientes recursos para aprender a competir. Si nuestros discípulos no son capaces de verlo es importante que seamos nosotros, los entrenadores, los que se lo mostremos.
Todos los niños son distintos, unos tienen necesidades deportivas especiales, otros altas habilidades, futbolistas de otras culturas, algunos están motivados, otros no lo están, etc. cada uno de ellos es distinto al de al lado. Estos jugadores exigen la creación de distintos tratamientos deportivos y la concentración de todos los apoyos y recursos posibles.
El entrenador debe ser capaz de poder atender las necesidades de cada uno de ellos y poder ofrecerles lo que necesitan en cada momento. Cuando en los equipos de fútbol hay niños con capacidades muy diversas debe haber un ritmo de entrenamiento adecuado para todos, que todos puedan seguir sin que nadie se aburra y sin que nadie se retrase, que tanto los objetivos como las tareas sean adecuadas para todos.
EL ENTRENAMIENTO DIFERENCIADO. LA DIFERENCIACIÓN DEPORTIVA.
El entrenamiento diferenciado requiere adaptar la metodología y las tareas a las habilidades de cada jugador. La diferenciación deportiva es la acción de conocer y comprender las destrezas de cada deportista, así como de responder mediante una propuesta pensada acorde con sus necesidades y potencialidades. El entrenador se organiza en respuesta a las necesidades de aprendizaje de todos y cada uno de sus futbolistas. Los elementos de diferenciación sobre los que el entrenador puede actuar son: el tiempo, los materiales, el método de entrenamiento, las formas de entrenar de los jóvenes y su aprendizaje.
¿CÓMO ENTRENAR PARA CADA NIÑO?
¿Por qué debemos ocuparnos de la diversidad en el fútbol? ¿Quiénes son los diferentes en un equipo? ¿Que jugadores, al no aprender, cuestionan la manera de entrenar del entrenador o aquellos que no llegan siquiera a interesarse por lo que entrenamos?
Los entrenadores nos encontramos ante un desafío deportivo importante, entre aquellos que no comprenden nuestra propuesta y quienes asimilan el método de juego. ¿Cómo atender la variedad desde los modelos de entrenamiento? Si apostamos por el entrenamiento colectivo y respetamos la igualdad de oportunidades ¿como enseñamos en el fútbol lo diverso para tratar adecuadamente y dar a cada cual lo que realmente necesita, sin descuidar lo que se considera común a todos?
¿CÓMO PODEMOS CONSEGUIRLO?
En principio, modificando nuestra idea acerca del entrenamiento de fútbol, considerado como uniforme, en el cual, existe el supuesto de que todos los niños pueden aprender de la misma forma y alcanzar un buen nivel. Debemos considerar la propuesta de actuar a partir del supuesto de un entrenamiento estructurado individualmente, basado en admitir que cada individuo tiene sus propios puntos fuertes, aprende de diferente forma y puede actuar de maneras variadas. Cada niño se diferencia de los otros en sus aspectos cognitivos, emocionales y sociales, y esas diferencias deben ser tomadas en cuenta a la hora de entrenar, debiendo elegir objetivos y recursos variados, seleccionar y organizar los contenidos y las tareas de entrenamiento de diversos modos; utilizando el tiempo, el espacio y las maneras de agrupar futbolistas, de manera tolerante. Si todos los jóvenes no aprenden igual, tampoco se les puede enseñar de la misma manera.
A cada niño se le da mejor una habilidad y tendrá una preferencia deportiva. Cada uno de ellos destacará por unas características, cada persona que la desarrolla, también. Respetaremos el potencial de cada niño a través de actividades variadas y estimulantes que desarrollan todas las inteligencias de una forma equilibrada. El entrenador debe atender a la diversidad del grupo y a sus diferentes ritmos de aprendizaje. Podemos recurrir a la formación emocional para motivar a los jugadores, intensificando el entrenamiento de razonamiento, la destreza deportiva, siempre a través del juego y el ensayo.
LA DIFERENCIACIÓN DEPORTIVA.
La diversidad en el fútbol base es un hecho. La diferenciación deportiva es la acción de conocer y comprender las habilidades de cada deportista para responder con una acción acorde a sus necesidades y aptitudes. La unidad de acción es el niño, adaptándonos siempre a sus características personales.
Para el desarrollo de programas de entrenamiento diferenciado, el tamaño de los espacios es una cuestión muy importante. A menor tamaño de espacio aumentará el rendimiento del futbolista, con un clima de grupo confortable, creando relaciones interpersonales positivas, y un ambiente deportivo calmado. El entrenador empleará menos tiempo en el control y más en actividades de enseñanza, permitiéndose también un entorno de trabajo más informal. La posición más próxima al jugador permite al entrenador dar orientaciones más precisas, mayor claridad explicativa y una participación más activa del jugador. El control sobre las tareas es continuo y esto permite una corrección inmediata. En el entrenamiento diferenciado se realizan más actividades aplicadas al juego, con diferentes niveles de complejidad y que se pueden ajustar a necesidades y ritmos del futbolista.
RENDIMIENTO PARA TODOS LOS JUGADORES.
Los clubes de fútbol con mejores resultados son aquellos que mantienen un proyecto o estilo global, utilizan estrategias comunes para todos los entrenadores, dirigen acciones de atención individualizada al alumnado, utilizan habilidades del entrenador, implican a las familias y atienden a las diferencias.
Algunos jugadores aprenden mejor cuando juegan a su antojo y otros necesitan ser dirigidos. A algunos les gusta una sesión con tareas intensas, correr y saltar, otros funcionan mejor cuando el ritmo es más tranquilo porque una sesión intensa los agota. Para poder dar un primer paso en el trabajo con la diversidad es necesario reconocer los diferentes estilos de aprendizaje de los jóvenes, y ofrecer diversos recursos y consignas de trabajo que permitan a cada uno poner en juego su propio estilo, reconocerlo, identificar sus ventajas y dificultades, así como también conocer otros estilos y probarlos.
Para atender a la diversidad es necesario que cambie el rol del entrenador, quien dejará de ser un ponente que llena las mentes de sus futbolistas con ideas, para convertirse en un formador. El objetivo a lograr será que los jóvenes trabajen con autonomía y que desarrollen habilidades para el fútbol, incorporándose en grupos reducidos que mejorarán tanto su propio aprendizaje como el del grupo.
A NIÑOS DIFERENTES, ENTRENAMIENTOS DIFERENTES.
Como entrenador debo promover un espíritu de equipo que trascienda los problemas individuales, la diversidad debe ser la protagonista en el campo y el futbolista es el agente activo de su aprendizaje. Tengo el reto constante de enseñar de una manera totalmente diferente a la que yo estuve expuesto durante toda mi trayectoria deportiva. Conducir un grupo diferenciado requiere habilidad y perseverancia, es una habilidad adquirida con la experiencia. No debemos entender esta diversidad como un obstáculo en nuestra labor, pensemos que es otro desafío.
Pensemos siempre en el bienestar de nuestros jugadores probando distintas actividades cada día, combinando tareas, descubriendo nuevos caminos de enseñanza que se adapten a las necesidades deportivas de cada niño incluyendo estilos, destrezas y capacidades. En mi equipo, al tener futbolistas de varias edades y capacidades, soy consciente de que debo aplicar la diferenciación para obtener mejores resultados y alcanzar mis objetivos. Recae sobre mi persona la tarea de planificar la enseñanza utilizando estrategias variadas y adaptadas a las condiciones y posibilidades de los diversos jugadores. Cada día compruebo el progreso de las aptitudes y preferencias de cada uno de mis jugadores y esto me permite planificar con más facilidad mis sesiones.
Hoy sabemos que la diversidad es la protagonista en el terreno de juego y el alumno es el responsable y agente activo de su aprendizaje. Debemos pensar en nuestro equipo y nuestro club como un lugar diverso, heterogéneo y acogedor. El aprendizaje, además, sólo llegará a través de experiencias, para quien el reto de los entrenadores pasa por saber emocionar e intrigar a los jugadores. El entrenador que trabaja con pasión crea un vínculo con su jugador y lo seduce. El sistema pedagógico que siempre funciona es la proximidad, la amistad y la confianza. Olvidemos lo predecible y lo monótono, lo inservible para la competición, clasificar a los niños, la falta de confianza y el desánimo.
Cada niño es diferente. También somos diferentes cada uno de nosotros, entrenadores y padres. Por tanto las generalizaciones no son posibles en el terreno, tan amplio, del mundo del fútbol. Algunos niños se quejan de que, como van retrasados, deportivamente hablando, los llevan a equipos en los que se trabaja más lento, con lo cual su retraso no deja de incrementar. La pregunta que un club de fútbol con una idea formativa clara debe plantearse es: ¿Cómo compensar la diferenciación de nuestros jugadores? La respuesta es triple: con entrenadores de calidad, con un aprendizaje heterogéneo y con más horas de entrenamiento. A futbolistas diferentes, entrenamientos diferentes.
Pedro Meseguer Díez (@pmeseguer).
Técnico Deportivo Grado Superior.
Entrenador Nacional de Fútbol.