La mayoría de los padres, desea que sus hijos encuentren y se inicien en el deporte, se aficionen a él, disfruten el placer que supone su práctica. Porque saben que el ejercicio les ayuda a ser más fuertes, a mantener un peso adecuado, a mejorar la capacidad respiratoria, a crear un estilo de vida saludable y, en muchas ocasiones, a compartir desde la infancia una de sus aficiones que más repercutirán en su salud física y mental. El fútbol puede proporcionar todo eso, pero si está bien dirigido. El entrenamiento mal dirigido por un entrenador y con una implicación inadecuada por parte de los padres, puede ocasionar perjuicios en el joven deportista. Si comprendemos el fútbol como tal, entenderemos que su práctica en las edades de formación debe concebirse como la búsqueda de diversión, entretenimiento y juego. Si un niño considera que una actividad no es placentera elegirá abandonarla.
Todos los practicantes hemos tenido entrenadores que no nos han gustado, algunos no nos acordamos siquiera de ellos, sin embargo otros han sido especiales. Incluso, en alguna ocasión, hemos podido llegar a tener ese entrenador único, el que todo padre desea para su hijo, que aparte de enseñarnos a jugar al fútbol nos enseña lo mejor del deporte, lo mejor de la vida; con pequeños consejos nos guía y orienta, siendo un ejemplo de deportividad, comprensión, valor y educación… Este tipo de entrenadores nunca lo olvidamos.
DÓNDE PRACTICAR.
Después del centro de trabajo y el colegio, la actividad extraescolar deportiva de los hijos suele ser lo que más condiciona la vida cotidiana de las familias. La formación deportiva, incluso personal, de nuestros hijos depende en buena medida de su integración en en el deporte que practiquen. Pasar de jugar al fútbol con los amigos en el colegio, o en la calle, a una escuela deportiva o un club de fútbol, puede resultar un cambio bastante brusco para nuestros hijos. Debemos pensar un poco por ellos e intentar que el lugar en el que pasarán los próximos años practicando deporte, sea el más completo y con las mejores referencias; pues lo cierto es que estos años serán determinantes para su desarrollo y formación.
Uno de los primeros consejos que, como profesional de la educación deportiva, le trasmitiría a un amigo es que eligiera muy bien esa entidad deportiva. Elegir quién va a cuidar de la formación de un hijo puede parecer una tarea tan agobiante como ayudarlo a elegir centro escolar. En calidad de padre, es nuestra responsabilidad asegurarse de que nuestro hijo estará seguro y contento en ese ambiente deportivo, educativo y lúdico. Ante esto, hay que tener en cuenta una serie de puntos para saber cómo elegir la mejor entidad, el mejor equipo y el mejor entrenador para tu hijo. Si estamos en duda entre varios lugares, lo mejor es acercarnos hasta su centro de trabajo. Observar qué tipo de niños van, qué tipo de entrenadores imparten clases y hablar con el responsable para que nos enseñe las instalaciones. Además, será necesario valorar aspectos como la distancia en la que se encuentra con respecto a nuestra casa para saber si nuestro hijo podrá ir andando o tendrá que tomar transporte público. Si barajamos varias opciones y no tenemos aún claro que centro deportivo es el ideal, quizá sea buena idea pedir horarios en cada uno de ellos. Así podremos ver cómo distribuyen los entrenamientos, qué tipo de competición juegan o el material deportivo que proporcionan. Dediquemos algún tiempo a observar y a hablar con padres que lleven a sus hijos allí. Formulemos las siguientes preguntas: ¿Cuál es su filosofía de la práctica deportiva? ¿Qué servicios o actividades alternativas ofrecen? ¿Cómo se agrupan los niños? ¿Por edades? Y lo más importante. ¿Cuál es la formación educativa de los profesores?
Tan importante es que una escuela deportiva tenga buenos entrenadores, como que conozcan muy bien a tus hijos y os conozcan a vosotros como padres. Si el club que has elegido te exige ser mejor, como persona y como padres, entonces has acertado plenamente. Conviene conocer el clima deportivo: sus normas de convivencia, sus valores prioritarios, los programas deportivos, sesiones de entrenamiento o de atención al deportista que nos revelan si los entrenadores y educadores están motivados e implicados. Una vez tomada esa decisión, podemos pensar que la opción es buena. El club del barrio, el colegio, las escuelas municipales, un club potente de nuestro municipio… ¿Es suficiente? La respuesta es NO. Una vez decidido el club donde formar a nuestro hijo, deberemos comprobar que entrenador va a dirigirlo en el equipo donde competirá. Los padres depositamos la educación deportiva de nuestros hijos en el entrenador. Entrenador que debe formar las cualidades deportivas básicas de nuestros niños, y no solo las básicas, sin saber muy bien los padres que conocimientos tiene en la materia que va a impartirle a nuestro hijo. Por último, existe otra opinión importante en la elección. Quizá él tenga claro dónde van a estar sus amigos o tenga preferencias por algún equipo en particular. Si es así, debemos dejarle hablar y que exponga sus preferencias para tomar la decisión final de forma conjunta.
LAS CUALIDADES ADECUADAS.
Busca un buen entrenador, ya que es muy importante que quienes estén a cargo de la actividad deportiva de tus hijos sean personas capacitadas y más si se trata de niños pequeños que apenas están iniciando una actividad deportiva, ya que por un mal entrenador o entrenamiento el niño puede comenzar a odiar la actividad deportiva y por lo tanto tu hijo dejará de hacerla con gusto. Una de las mayores crueldades del mundo del fútbol base es que los padres acepten que es adecuado que un desconocido pueda entrenar, educar, evaluar o decidir sobre el futuro deportivo de sus hijos. ¿Sabemos si ese desconocido cursó determinados estudios o tiene experiencia para ocupar ese cargo? El papel de los profesionales, entrenadores y educadores es vital, porque el niño adora la actividad donde encuentra un entrenador al que admira.
En la iniciación deportiva hay excelentes técnicos y algunos que no lo son tanto, al igual que en cualquier otro ámbito de la sociedad, los hay buenos y malos. Pero, ¿qué debemos exigirle a un técnico y entidad deportiva? Las cualidades que podemos buscar son: experiencia, formación, disciplina y prestigio. Debiendo estar informados sobre diferentes aspectos formativos del entrenador de nuestro hijo: ¿Por qué le interesa trabajar con niños?¿Dónde ha trabajado? ¿Cuál es su modelo educativo-deportivo? ¿Que le va a ofrecer al niño para favorecer su desarrollo físico? ¿Cómo enfoca la enseñanza del uso del fútbol? ¿Cómo afronta la competición?.
¿PUEDO ELEGIR?.
De igual forma que tenemos la posibilidad de elegir a nuestro médico de cabecera, al fisioterapeuta que curará nuestras lesiones, al psicólogo que nos trate, al ginecólogo, al oftalmólogo, al dentista, al profesor de tenis o al de inglés. ¿Por qué no puedo elegir al entrenador de fútbol de mi hijo? ¿Tengo el mismo empeño en “elegir” al profesional deportivo que educará a mi hijo, durante toda la temporada, que el que realizo cuando hablamos de cuidarnos la salud? ¿qué rasgos, características o valores personales buscan la mayoría de los padres en un entrenador? ¿buscamos entrenador, o nos conformamos con cualquiera? Si pudiéramos hacerlo, elegir me refiero, deberemos tener en cuenta los siguientes condicionantes: edad, experiencia y años de práctica, expediente académico, actualización y desarrollo profesional. Antes de elegir, debería conocer las distintas opciones disponibles y tener en cuenta el precio, la ubicación y la reputación del servicio.
EL REFLEJO.
He sido futbolista escolar, federado y amateur. He sido entrenador de deportistas escolares, federados y profesionales. He visto, sufrido y trabajado junto a “falsos entrenadores”, y he visto y trabajado con “educadores y verdaderos entrenadores”. Siempre me he guiado y después he aconsejado, a mis compañeros entrenadores, que no debemos ser protagonistas, solo formadores y educadores, y que el exceso de protagonismo manifiesta que los objetivos no son los adecuados.
El entrenador es el máximo responsable deportivo de un equipo y su papel, entre otras cosas, consiste en tomar decisiones y velar para que el funcionamiento del equipo marche correctamente. Debe intentar sacar el máximo rendimiento a cada uno de los jugadores en los entrenamientos y en los partidos, es la pieza clave en su formación. Y para ello, debe estar muy bien preparado. Se dice que un niño es fiel reflejo de sus padres. Pues hay un momento en que también es reflejo de su entrenador, hasta tal punto que a veces, incluso su opinión es más tenida en cuenta por el niño, que la de los padres. No debemos permitir actitudes comúnmente erróneas de muchos clubes donde al entrenador menos preparado se le encomienda la labor de dirigir a los jugadores más pequeños, cuando estos niños lo que necesitan es un entrenador experimentado, que sepa trasladar las nociones básicas en su educación deportiva. No permitamos que nuestro hijo esté en manos de cualquiera.
CON LA EXPERIENCIA NO ES SUFICIENTE.
En muchas ocasiones se valora la experiencia de una determinada persona a la hora de valorar su capacidad para poder o no entrenar. Si esta persona ha sido jugador profesional, esa experiencia no se discutirá, el haber participado en diversas competiciones a lo largo de su trayectoria, el tener un historial a sus espaldas bastante amplio, nos hará pensar, erróneamente, en él como principal responsable del grupo. Esta experiencia, mal empleada, es una mala experiencia. Un trabajo erróneo, repetido muchas veces, es una experiencia errónea. Si cuando formamos a niños repetimos siempre los mismos errores, ese niño tendrá una experiencia negativa. Por lo tanto, debemos evaluar las aptitudes de cada entrenador de manera individual, más allá de su experiencia deportiva. Una trayectoria de muchos años de experiencia puede ser una carga muy pesada si no se formó con con el tiempo y sigue realizando las mismas actuaciones de tiempos pasados. Es por esto que, desde el punto de vista de un club, se debería meditar muy bien a quién elegir tanto para guiar la actividad puramente deportiva o técnica del mismo, como para dirigir cada uno de los grupos de chicos. Deben ser las familias las primeras que exijan, a clubes y escuelas de fútbol, una formación adecuada de sus técnicos, más allá de su experiencia. Siguiendo los padres estas pautas, será más fácil sacar la mejor versión humana y deportiva de nuestros hijos y sus formadores.
EL ENTRENADOR QUE DESEAMOS.
En la enseñanza del fútbol debe predominar, primero, el concepto de juego y diversión nunca el competitivo que, esté en contra de formar jugadores habilidosos de pensamiento, juego y táctica. Así, cada jugador logrará lo que cada entrenador enseñe, tanto como deportista como persona. Siguiendo esta lógica: ¿Debemos preocuparnos las familias de la formación que tiene el entrenador de nuestro hijo? O simplemente: ¿Quién lo entrena? ¿Es un buen entrenador? ¿Tiene la preparación suficiente para hacerlo?”
Es cierto que hay entrenadores que no son objetivos, que no están preparados, que no tienen los objetivos claros. Esto no lo podemos evitar, pero lo que si puedes hacer es elegir bien la entidad para no encontrarte con estos problemas. Si estás allí es porque tu lo has decidido así y no hay motivo para quejarse luego. La culpa es en parte tuya por no haber tomado una decisión adecuada.
El entrenador que anhelo para mi hijo, el que me gustaría que lo entrenara, es aquel que le trasmitiera una ilusión firme y sólida en el deporte. Que hiciera todo aquello que supiera, que lo tratara de la mejor manera posible, que rebuscara en su interior para hacerlo mejor persona, mejor deportista. Ese entrenador que lo enseñara a aprender por si mismo, a perder, a ganar, que le enseñara a creer en él, a escuchar, a sonreír y ser feliz practicando el fútbol, para que su vida deportiva sea diversión y salud, que lo trate bien pero no lo mime, que lo haga fuerte, que le inculque valor y coraje pero también paciencia y constancia, ese es el entrenador que deseo.
Pedro Meseguer Díez (@pmeseguer).
Técnico Deportivo Grado Superior.
Entrenador Nacional de Fútbol.
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