En deporte, el talento no solo se mide con la consecución de objetivos, se mide también sabiendo compaginar los estudios con la actividad física a realizar. Cuando hablamos de libros y entrenamientos predominan opiniones negativas acerca de la poca formación académica que en general suelen tener los deportistas. De estos, los futbolistas son quienes peor imagen tienen al respecto, quizá por ser los que mayor tiempo dedican al deporte desde niños. Cuando, de manera extraordinaria, conocemos que un deportista en cuestión compatibiliza una carrera universitaria con su deporte, los adultos lo admiramos más todavía. Los deportistas profesionales deben elegir, casi siempre, deporte o estudios, y el deporte les lleva tanto tiempo que les impide seguir estudiando.
Es cierto que el fútbol profesional quita mucho tiempo. Partidos, entrenamientos, viajes, concentraciones… Pero aprovechando el poco tiempo que tengan los futbolistas, es posible dedicarlo a otra cosa, aunque algunos prefieren reservarlo jugando a video juegos, cartas o, simplemente, no haciendo nada, ya que se excusan en estar siempre cansados.
Saber encontrar el equilibrio entre fútbol y estudio, he ahí la cuestión. Los deportistas se encuentran, normalmente, en una situación en la que deben organizarse bien su tiempo, poniendose objetivos y autogestionando sus estudios. Todo esto se presenta como uno de los desafíos más difíciles. No hay duda que la etapa clave y más complicada para compaginar estudios y deporte es la etapa de secundaria y bachillerato, un periodo difícil para cualquier estudiante, coincidiendo con ese cambio de fútbol infantil a una categoría mayor. La vida del joven empieza a sufrir un cambio importante, solicitándole que madure, que sea un buen estudiante y que evolucione en su equipo de fútbol para estar con los mejores. El dilema se plantea cuando deben sacrificar estudios o deporte. Los deportistas suelen tomar la opción de fallar a entrenamientos para estudiar mejor sus asignaturas. Por lógica, esta renuncia, concede más tiempo para estudiar, pero los adolescentes lo asimilarán como un fracaso, ya que mientras los estudios mejoran, se encuentran en inferioridad en su equipo y en la competición. Sin embargo, debemos hacerlo compatible, debemos intentar armonizarlos, y esto solo se conseguirá siendo positivo, disciplinado y comprometido con los objetivos que uno se proponga, estando centrado y motivado tanto en los libros como en el fútbol.
ESCASA FORMACIÓN ACADEMICA DE LOS DEPORTISTAS.
Si preguntamos en un colegio a cuántos niños les gustaría ser futbolista de mayor, los candidatos serían la mayoría. Pero ¿sabemos cuántos lo consiguen? Entre el 1 y el 3% de los canteranos de cualquier equipo de base de primera división logra jugar como profesional.
Realizados o frustrados, la formación académica debe ocupar un papel importante, comparable al deportivo, en las categorías inferiores. Aunque estén en la élite de su categoría, lo más probable es que no lleguen a jugar como profesionales, por lo que tienen que mirar más allá de la práctica deportiva. Y para ello, es importante que sean personas formadas.
La familia y los entrenadores debemos formar personas más competentes y jugadores más competitivos para la vida y para el deporte, debemos intentan aliviar la escasa probabilidad de éxito futbolístico motivando y estimulando a nuestros jugadores para que no abandonen sus estudios. Nuestro trabajo también consiste en evitar el fracaso escolar.
Una manera de hacerlo sería hacer un seguimiento de las notas escolares. Que el cuerpo técnico solicite las calificaciones puede resultar un compromiso para el jugador, una obligación parecida a la del partido, para que cuando el entrenador las vea, les resulte bochornoso, si ha habido suspensos. El entrenador debe procurar que el futbolista piense que las notas académicas son tan importante como subir de categoría, como la asistencia a un entrenamiento. Debutar con el equipo de superior categoría es tan importante como pasar de curso. Estudiar y entrenar es la solución. Muchos futbolistas han acabado una carrera universitaria mientras desarrollaban su vida deportiva a nivel profesional, aunque no son mayoría.
ESTUDIOS Y DEPORTE PUEDEN COMPAGINARSE.
El fútbol de élite, requiere una dedicación diaria, intensa en el esfuerzo físico y amplia en la duración de las sesiones de trabajo. Esto último está unido a que, en muchos casos, nuestros hogares quedan lejos de los lugares de entrenamiento, con lo que esta dedicación se alarga mucho más. Desgraciadamente, en muchos casos el trabajo deportivo termina interfiriendo negativamente en los estudios, o éstos en el deporte, con las malas consecuencias que todos conocemos. Si la dedicación a los estudios es alta, termina afectando a la deportiva, y viceversa.
El deporte nos enseña a distribuir bien nuestro tiempo, a ordenar adecuadamente nuestro horario de cada día, a cuidar todas nuestras obligaciones, estableciendo prioridades, distinguiendo lo importante de lo desechable. Al igual que en el deporte, debemos saber que la mejor manera de llevar a cabo la tarea escolar es poner objetivos razonables. De esta manera, el trabajo que debemos afrontar se nos hará mucho más llevadero.
Evidentemente, compatibilizar ambas cosas no es fácil, requiere esfuerzo, constancia, disciplina y una buena gestión del tiempo. Cada deportista debe adaptar su carrera académica a las exigencias de su deporte. Cada persona deberá organizar su tiempo para no sacrificar su formación. Sería interesante poder contar con la colaboración de tutores que conozcan la problemática, tanto en el colegio como en el club de fútbol, para mejorar la adaptación de los estudios a la dura vida del deportista de élite y viceversa.
El deporte es positivo para estudiar. Las mejores notas las consiguen jóvenes deportistas. Y no porque estén todo el día estudiando, sino porque mientras los adolescentes entrenan, el cuerpo se adapta mejor al aprendizaje posterior del estudio. El deporte hará más leve la presión de los exámenes, y mejorará nuestras comunicación entre compañeros o profesores.
Un deportista siempre debería tener otra actividad complementaria en su vida, algo que le motive y le ilusione además del deporte. El hecho de tener otro plan, disminuye la ansiedad con la que esa persona afronta el entrenamiento y la competición, un mal resultado o una lesión. Si nos sentimos apoyados por el entorno familiar y tenemos otra actividad complementaria, es probable que disminuya la presión por los estudios. Esto ayudará a rendir más tanto en el entrenamiento como en la competición.
EL PAPEL DE LOS PADRES. SI NO APRUEBAS NO HAY FÚTBOL.
Los padres somos los primeros que debemos hacerles ver a nuestros hijos que el fútbol, aunque puede ser muy beneficioso, no garantiza una profesión, y que debemos compaginarlo con los estudios. Los estudios te ayudan a tener otras opciones de entretenimiento y tiempo libre, como la lectura. Los padres deben ayudar a que aprendan y compaginen libros y fútbol, organización y aprovechamiento del tiempo de estudio, respeto a las horas de sueño y descanso, esto les ayudará a rendir mejor, si tienen un horario fijado.
Los entrenamientos y competiciones hacen que el joven renuncie a disfrutar de amigos y familia e incluso a, si no se organiza bien, a frenar sus estudios. La familia juega un papel fundamental, es clave en el dispositivo que necesita un adolescente deportista de élite, es imprescindible el apoyo al hijo en su deseo por el fútbol. Si los padres se implican correctamente el resultado será el que buscamos. En muchas ocasiones, deberemos cambiar la rutina familiar por apoyar a nuestro hijo, horarios de trabajo, vacaciones, viajes e, incluso, en algunos casos de vivienda.
Son muchos los niños y jóvenes que practican deporte y estudian, pero cuando llega la hora de decidir, el deporte por lo general pasa a segundo plano y, por la influencia de los padres, priman los estudios. Muchos chicos que dejaron el deporte por los estudios, se arrepienten más tarde, porque saben que podrían haber jugado a nivel profesional sin ningún problema. Cuando nuestros hijos dejan de entrenar por un exámen, o por tener que estudiar, debemos preguntarnos si el empacho del último día sirve realmente para algo, si el resto del curso no estudió.
¿Que conseguiríamos si decidimos retirar a nuestros hijos del fútbol como castigo por no sacar buenas notas?. Cuando los padres castigan a sus hijos con no jugar al fútbol, por unos malos resultados en estudios, deben saber que castigar sin deporte es una decisión errónea. Debemos considerar la practica del fútbol de nuestros hijos como una actividad extraescolar complementaria y beneficiosa para su formación, por lo tanto no les castiguemos con quitarles el fútbol. Castiguémosles no dándoles dinero el fin de semana, sin jugar a la videoconsola, sin ver la televisión o sin salir con los amigos.
En ocasiones son los propios padres los que pueden originar el problema, prestando más atención al deportista que al estudiante, interesándonos más por el fútbol que por los libros. Posiblemente hayamos hablado durante más tiempo con nuestro hijo del partido del fin de semana que de las clases en el aula, de su entrenador que de su profesor. Seguimos a nuestros hijos en sus competiciones deportivas pero olvidamos las tareas escolares. Intentemos hablar más con nuestros hijos de estudios o de otras cosas aparte del fútbol, de sus profesores y de sus compañeros de clase, acudamos a tutoría con frecuencia y hagamos seguimiento conjunto. Las reuniones del AMPA pueden ayudarnos a conocer parte de las dificultades que tienen en el colegio. Acompañémosles a otros sitios que no sea solo el fútbol.
Debemos hacer lo más conveniente para que los jóvenes saquen mejores notas y practiquen su deporte favorito, sin amenazas y como complemento de sus formación. El deporte es la mejor forma de reducir enfermedades, la mejor forma de despertar al chico perezoso y la mejor forma de que los jóvenes se mantengan alejados de malas adicciones como las drogas o el alcohol. El fútbol contribuye a que el joven ocupe su tiempo de diversión en algo positivo, reduciendo el peligro callejero o la pasividad del sofá.
La frase: “Mientras mi hijo está practicando fútbol no corre el peligro de hacer otras cosas”, la utilizamos mucho los padres. Estos peligros quedarán limitados por el condicionante de la competición, ya que un deportista no debe llegar tarde a casa teniendo un partido al dia siguiente. Esta regla de oro del buen deportista no funcionará por si sola. Si castigamos al joven sin jugar al fútbol por las notas, pero permitimos o no controlamos adecuadamente lo que hace en la calle con los amigos, sin control, sin disciplina y sin estudio, entonces no conseguimos nada.
EL PAPEL DEL ENTRENADOR.
Una de las salidas habituales para un futbolista cuando decide retirarse es convertirse en entrenador, pero para ser un buen entrenador es necesario estar formado, no solo vale el curso específico para ello. Debemos tener conocimientos a nivel cultural, psicológico y físico, y eso se consigue estudiando.
La capacidad para dedicarse a estudiar y jugar al fútbol, son dos compromisos fundamentales del buen deportista, dedicación y disciplina es su trabajo. Educadores y entrenadores encargados de impulsar la formación deportiva y académica, fútbol y educación, practicar el deporte que me gusta sin dejar de lado los estudios. Podemos dedicarnos a ambas cosas. Los entrenadores debemos estudiar y sobre todo debemos enseñar a nuestros jugadores la conexión deporte-estudios, dar lo mejor de uno mismo en ambas situaciones, disfrutar jugando y estudiando, aprender leyendo y practicando, asistir al centro de estudios tiene que ser como entrenar o jugar un partido de fútbol. Disciplina, esfuerzo, habilidad, son síntomas del deportista, por ello parten con ventaja sobre sus compañeros de clase. Todos estas acciones serán fundamentales a la hora de conseguir los objetivos en los estudios. Las mejores notas las conseguirán los mejores preparados, los que trabajen a diario, los más comprometidos, y los que mejor aprovechen el tiempo.
Existen diversas similitudes entre jugar bien y sacar buenas notas. La preparación es importante. La planificación es decisiva. La confianza y la gestión del tiempo también. estos conceptos los conocen muy bien los deportistas, aprendidas en cada entrenamiento. En muchos sentidos, la carrera del futbolista te prepara para hacerlo bien con los libros. Todos los cualidades que necesitas para ser un gran estudiante las desarrollas como futbolista. Puedes ser muy bueno en las dos disciplinas.
ENTRENAR Y ESTUDIAR.
Ahora, desde la infancia, los chavales están avisados de que no pueden descuidar los estudios, porque el fútbol no es ninguna garantía. Tenemos que conseguir que, el niño no tenga ninguna duda en la prioridad de los estudios. Debemos premiar al deportista estudiante. Profesores y entrenadores, deben ayudar a sus discípulos a armonizar fútbol y libros, para que puedan alternar ambas labores, para que las familias no les obliguen a elegir entre el deporte y los estudios, para disfrutar del presente y sembrar para el futuro, sin que el tiempo dedicado al deporte sirva de excusa para no luchar por una buena formación académica y viceversa.
Una buena dosis de voluntad y esfuerzo por parte de padres, entrenadores, centros y entidades deportivas son condiciones necesarias para enfrentarse con garantías a los estudios. Desde los departamentos de formación de los clubes debemos concienciar a estudiantes y deportistas que el fútbol puede ser amigo de los libros y los libros pueden ser amigos del fútbol. El fútbol y los estudios pueden ir de la mano. Si tengo tiempo para jugar, ¿por qué no voy a tenerlo para estudiar?.
El estudio es el trabajo de los niños. Es importante que les hagamos ver que deben tomarlo como tal. El estudiante, no solo estudia para el día de mañana, lo hace para hoy, para sentirse útil en ese momento, más capaz, incluso repercutirá en su forma de entender y practicar el fútbol, ya que estudiando desarrollamos el ingenio. Con esta premisa, los entrenadores formaremos jugadores más inteligentes y desarrollaremos un fútbol más talentoso, porque todos sabemos que al fútbol se juega con el cerebro.
Pedro Meseguer Díez (@pmeseguer).
Técnico Deportivo Grado Superior.
Entrenador Nacional de Fútbol.
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