no de los elementos más importantes y que más puede influir para que la práctica deportiva se desarrolle correctamente es el entrenador, ya que es la persona encargada de guiar el proceso de formación del deportista. Debe conocer lo que enseña, saberlo enseñar, educando, ayudando al niño a mejorar su formación personal y deportiva, ya que es, para él, la figura más importante durante sus primeros años de práctica.
Las conductas y actitudes que desarrolla un entrenador durante su trabajo pueden y deben ser analizados. Cuando se observa al educador podemos destacar una serie de comportamientos: de organización, de dirección, de gestión, de información, de relación con los alumnos, en definitiva, prácticas que lleva a cabo durante el tiempo que dura el proceso de enseñanza – aprendizaje. Esta serie de comportamientos y actitudes tiene mucho que ver con la formación que estos educadores adquirieran a lo largo de su trayectoria como alumnos.
Un entrenador puede levantar la voz para hacerse oír en medio del ruido de un partido o bien para llamar la atención de un jugador y así transmitirle más eficazmente las instrucciones. No hablo de esos entrenadores. Quiero enjuiciar acciones de educadores que resultan incoherentes y absurdas: algunos entrenadores argumentan que si no gritan a los jugadores estos no cambian su actitud o su juego. ¿Por qué gritan? Quiero entender que lo hacen porque piensan que gritando mejorarán el comportamiento de sus jugadores y sus instrucciones serán más efectivas. Utilizar el grito como norma en el deporte es inadmisible, y en especial cuando se trata de niños. El abuso verbal es totalmente incompatible en cualquier deporte.
Formación adecuada.
Debemos reflexionar en profundidad sobre la formación más adecuada, las características que como educadores deben poseer estos entrenadores, y la filosofía que deben tener sobre el fútbol base, que estén capacitados y actúen en consonancia con la edad y nivel de sus jugadores, adecuando a éstos todos los contenidos y modelos de entrenamiento. Debido al poco avance y desarrollo que ha sufrido la formación del entrenador deportivo, resultaría muy beneficioso para la misma la incorporación de actividades y elementos de formación de los programas educativos del profesorado de la Actividad Física más actualizados.
En la formación del entrenador deportivo no hay tradición académica ni científica, ni existe una experiencia dilatada que avale o explique la forma de afrontar la formación del entrenador. Son muchas las personas que desean convertirse en entrenadores de fútbol, y un gran número de ellos piensa que pueden convertirse en especialistas por la experiencia adquirida como jugadores, observando, imitando y dirigiendo equipos que les sirven de laboratorio. Ante la falta de conocimientos tienen que pagar el precio de lo desconocido y recurren a copiar, utilizando como recurso el fútbol más popular del momento. No estudian los nuevos cambios técnicos, no frecuentan cursos o clinics y están encerrados en su yo, actuando con los mismos métodos pasados los años.
Hoy día, en fútbol, observamos el descontrol que se manifiesta tanto en el juego, como en la actitud poco profesional que demuestra el entrenador durante los partidos. El deseo de ganar es el producto que incita a desarrollar unas formas de dirección poco convenientes y una pobre actitud en el juego. Es necesario establecer análisis y controles deportivos, comenzando con el entrenador, para que este sea ejemplo para aquellos que practican el fútbol desde las bases.
Cuidando las formas.
En la actualidad, los medios de comunicación nos muestran permanentemente imágenes de los entrenadores de fútbol en diferentes gestos, gritos, insultos, indicaciones, protestas, mientras se juega el partido. Sin duda, este tipo de actitudes de los técnicos que son recogidas por las televisiones, demuestra el interés que representa en el espectador ver cómo actúa el director del grupo. La gran mayoría de aficionados opina que quien no grita, no dirige bien, no controla a sus jugadores y perjudica al equipo.
La capacidad de comunicar es una de las destrezas principales que asegura la competencia profesional de cualquier entrenador y lo relevante que implica tener un buen dominio de la misma. Los modos y formas que los técnicos utilizan con sus jugadores durante el partido determinan qué tipo de comunicación desarrollará con sus dirigidos, es importante que domine su propia conducta durante la competición. El entrenador no es un hincha, por lo que no debe comportarse como tal, es un especialista que debe controlarse para conseguir que los partidos, resulten una experiencia provechosa para su equipo. Es hora de parar de ofender y gritar, comencemos a exigir un mejor comportamiento. Bajo ningún concepto esto significa que no se puede corregir o realizar indicaciones para obtener una actitud más positiva de nuestros jóvenes.
Normalidad en los errores.
Muchos entrenadores pierden el autocontrol, cuando sus jugadores cometen errores que son perfectamente normales, y en lugar de centrarse en los aspectos del juego que podríamos rectificar, estresan a los chicos con comentarios inútiles que aumentan su inseguridad y hacen del fútbol una experiencia negativa. El entrenador no debe exigirles a sus jugadores más de lo que pueden ofrecer, asumiendo y tolerando que se produzcan múltiples errores que serán lógicos, debe estar preparado para seguir dirigiendo el sin que le afecten emocionalmente.
La competición no es el lugar apropiado para corregir los errores graves, para eso tenemos los entrenamientos y, por tanto, no es provechoso que el entrenador pierda fuerzas intentando remediarlos, perjudicando la eficacia del equipo en otros aspectos. El entrenador debe centrarse en las acciones positivas de los jugadores, fortaleciéndolas para que se repitan, y limitarse a corregir pequeños detalles para que los cambios sean realistas. Lo importante no es lo que ya ha pasado y no puede cambiarse, sino lo que sucede ahora o puede ocurrir en el futuro.
La conducta del entrenador influye decisivamente en el funcionamiento de los jugadores, tanto favoreciéndolos como perjudicándolos. El entrenador debe actuar intentando propiciar en sus jugadores el mejor funcionamiento posible, de forma que la experiencia obtenida sea beneficiosa para ellos.
Comentarios apropiados.
No es adecuado decirles a los jugadores qué tienen que hacer en cada momento, sino recordarles, en momentos concretos, las conductas entrenadas. Aprovecharemos cualquier oportunidad que lo merezca para reforzar a nuestros jugadores las acciones correctas, incluyendo su esfuerzo y sus iniciativas.
Además de su conducta verbal, el entrenador debe cuidar sus gestos o expresiones no verbales en el banquillo o al borde del campo, pues también de esta forma puede afectar al funcionamiento de sus jugadores. Debemos cuidar los comentarios que puedan oír los jugadores que están junto a él, evitando insultos o frases despectivas hacia nuestros jugadores, o cualquier comentario que les falte al respeto, este tipo de comentarios propiciarán el rechazo y la desconfianza de los jugadores.
En general, es conveniente que el entrenador eduque con una actitud tranquila que favorezca el buen funcionamiento del equipo y de él mismo dirigiendo a su equipo.
Respeta las reglas.
Todos tenemos nuestros propios métodos e ideas de cómo se debe controlar la práctica y disciplina de un equipo, cada entrenador tiene una forma distinta de llevarla a cabo. Cada caso y situación es diferente a la siguiente, tratamos con diferentes individuos, capacidades, antecedentes y posibilidades. No imites a otros, desarrollo tu propia personalidad. Se firme y justo al establecer las normas de disciplina, evita el favoritismo, respeta las reglas de juego, a los árbitros, jueces, jugadores y padres, directores de instituciones, pero más que nada respétate a ti mismo. Se ejemplo para otros entrenadores, no olvides que todos te están observando, sobre todo los niños, no los defraudes.
Muchos son los entrenadores que también contribuyen al descontrol y mala actitud de sus propios jugadores, son producto del mismo concepto, que han adquirido por malas experiencias. El fútbol tradicional está presente en sus mentes, ya que muy pocos han pasado por un proceso educativo adecuado para adquirir nuevos conocimientos del deporte moderno.
El entrenador debe pensar en construir no en destruir. Los sarcasmos no son deseados, ni recomendables y menos para utilizar palabras ofensivas. No olvidemos que las reglas son para evitar y no para castigar. Si queremos que nuestros equipo reconozca la disciplina, la postura del entrenador debe ser ejemplo, manteniendo su temperamento bajo control, estableciendo correcciones y recomendaciones sobre el juego personal y colectivo, en vez de críticas y regaños. Intentemos que los jugadores nos respeten y recuerden por nuestra capacidad técnica y amabilidad en el trato, en vez de por un fuerte carácter.
Los entrenadores deben respetar las relaciones profesionales con sus colegas, asociaciones, prensa y público, evitando cualquier comportamiento considerado física o verbalmente abusivo o cualquier discusión con el banquillo contrario. Cuando actúen como locales, deberán cuidar que el equipo visitante tenga cubiertas todas sus necesidades.
El refuerzo positivo.
Para realizar un trabajo en condiciones, estableceremos un plan anual con objetivos, metas individuales y colectivas que intentaremos cumplir. Corregiremos a nuestros alumnos de los errores que cometan, asegurando así la atención individual para el éxito del grupo. Ofreceremos críticas constructivas a los jugadores y al equipo, ayudando a la mejora personal. Al comentar cualquier corrección la enfocaremos hacia la acción realizada y no hacia los jugadores, intentando realizarlas en privado y no frente al grupo.
Consideremos la eficacia del refuerzo positivo, ya que mejorará la actuación deportiva. El control abusivo del grupo presenta inconvenientes, los gritos y chillidos hacen desagradable el entrenamiento y disminuyen el nivel de diversión de los jugadores, provocando que los sentimientos de hostilidad hacia el entrenador incrementen y por lo tanto, aumente la probabilidad de abandono deportivo a edades tempranas. Con esto, no estoy diciendo que debamos eliminar completamente el castigo y la crítica de los entrenamientos, sino que se progresa más adecuadamente cuando los niños reciben una combinación de refuerzos positivos y se ofrecen alternativas a ejecutar, tratando de ignorar las conductas inadecuadas, ya que si dirigimos la atención a los fallos que cometen los niños puede ser perjudicial y se puede conseguir lo contrario de lo que se pretende.
No grites.
El entrenador debe ser un modelo de comportamiento para sus jugadores, aceptando y respetando la autoridad y el trabajo de todos los componentes de la comunidad deportiva, mostrando conductas adecuadas que sus jugadores tiendan a imitar.
No eres mejor entrenador porque grites, entonces, ¿Por qué gritas? Cuando lo haces pierdes la razón, no te van a hacer más caso porque grites. Entrenas a niños, y cuando gritas intimidas y no te entienden. El jugador se preguntará qué ha hecho para merecer semejante injusticia. Si gritas confundes y pondrás a la defensiva al niño y no confiará en ti, no escondas tu torpeza con los gritos. Las personas educadas, no se gritan unas a otras, se respetan, dialogan, pactan, y al final, deciden, pero no vociferan para imponer sus ideas. El entrenador que solo grita pierde su razón, para siempre. No hay razón más injusta si la dices gritando. Explica lo que deseas, todo será más fácil, si lo haces sin increpar. Ten la paciencia necesaria para pedir las cosas por favor, comparte tu idea, entenderán que te preocupas por cumplir tus objetivos.
Lo que intento decirte, entrenador, es que si actúas con rabia, con enfado, con venganza, como si quisieras descargar tu ira con el grupo, con tus jugadores, con tus niños, perderás, lo perderás todo, el respeto, el prestigio, la amistad, tú profesión. Y te diré una cosa más, pero como corresponde, con educación, sin histerias, suavemente, como si estuviéramos frente a frente, para que me entiendas bien: entrenador, por favor, no grites.
Pedro Meseguer Díez (@pmeseguer).
Técnico Deportivo Grado Superior.
Entrenador Nacional de Fútbol.
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