¿Qué es ser un buen entrenador? ¿Por qué el fútbol precisa entrenadores? ¿Vale la pena ser entrenador? ¿Cómo se forma? ¿Qué necesita un entrenador para trabajar? ¿Qué experiencia debe tener? Son algunas de las preguntas que deben tener respuesta en la mente del entrenador que se inicia en el mundo de la enseñanza del fútbol.
Entrenar es una tarea que dignifica a cualquier entrenador, el logro de una enseñanza capaz de proporcionar a los jugadores de tu equipo la posibilidad de aprender adquiere una importancia de primer orden para cualquiera, para ello el entrenador debe capacitarse, aprendiendo a enseñar para que sus discípulos sean capaces de desenvolverse con independencia de criterio, debe enseñar a pensar para que el niño sea un sujeto capaz de crear sus propias argumentaciones, sin la necesidad de repetir mecánicamente las acciones y movimientos impartidos en el terreno de juego. El entrenador debe enseñar y estar preparado para aprender a enseñar, debe adquirir ciertos requisitos y cualidades que se exigen para ejercer su profesión. Nos podemos preguntar como directores de un grupo, frente a sus discípulos ¿estoy haciendo con mi trabajo lo propio que beneficia a estos chicos, lo necesario que beneficia al club, lo trascendente para este deporte?.
Para ser un buen entrenador no se necesita ser un sabio. Esto no significa que los entrenadores no tengan que sentarse a estudiar. Deben prepararse cada entrenamiento, cada tarea, cada ejercicio, y todos los días aprenderán algo nuevo. El que piensa que es entrenador porque tiene un título, se equivoca, no sirve, uno tiene que reciclarse y crecer todos los días.
Para llegar a ser un buen entrenador hace falta mucho empeño, trabajo, dedicación, estudio, experiencia. Algunos creemos que también hace falta un valor añadido, la vocación; y amor a los niños y al deporte, otros creerán que se trata de una misión: cumplir, un papel en el club o la escuela donde desarrolle el trabajo.
Uno de los principales atributos de un buen entrenador es su habilidad para desmenuzar ideas complejas y hacerlas entendibles. La esencia de enseñar – y de aprender – está en la comunicación. Uno de los principales retos que los responsables de un equipo deben enfrentar es lograr que los jóvenes le entiendan.
Para algunos, ser entrenador significa presentarse como la persona que tiene todas las respuestas y cualquier duda puede significar debilidad. A veces la mejor respuesta que un entrenador puede dar es, “No lo sé”. En vez de perder credibilidad, se gana la confianza de sus discípulos. Reconocer lo que uno no sabe muestra que todavía estamos aprendiendo, que somos, en realidad, todavía, un poco, jugador. Pero el equipo también espera que la persona de quien dependen sepa al menos algunas respuestas. No podemos permitir que la gente se pregunte, “¿Por qué está éste dirigiendo al equipo?”.
Deseamos obtener grupos de gente que sepan lo que queremos que sepan, pero al mismo tiempo que lleven a cabo, por sí mismos, opiniones y decisiones que el día a día les exige. Cuando tratamos de enseñar, lo que hacemos es casi tan importante como lo que decimos. Nuestros jugadores están todo el tiempo mirándonos. La mejor forma de mostrar que nos interesamos y preocupamos por ellos es escuchándolos. Tenemos que conseguir con el trato que los niños no tengan miedo a preguntar y pedir consejo cuando sea necesario. La comunicación efectiva es un camino de doble sentido: es una conversación, no un discurso. Después de plantear preguntas, no llenemos el silencio con nuestra propia voz en vez de esperar una respuesta. Esperemos unos segundos. Un entrenador tiene que aprender a no sentirse incómodo con el silencio. Es en esos momentos de reflexión, no interrumpamos al equipo.
Los deportistas no solamente aprenden de su entrenador. También aprenden de sí mismos y de sus compañeros. Trabajar los grupos dentro del grupo nos prepara para la competición, en las tareas que los futbolistas se encontrarán en el partido. Deben escucharse unos a otros. Es posible que su compañero tenga una idea que ellos no habían pensado.
Los buenos entrenadores creen que todos los niños pueden aprender, pero entienden que cada uno lo hace de forma diferente. Así que el instructor debe adoptar una técnica variada durante sus sesiones. Si queremos que nuestros jugadores recuerden las misiones encomendadas o la estrategia planteada, es necesario que se lo digamos más de una vez. La primera vez que lo decimos lo oirán, la segunda vez lo reconocerán y la tercera vez lo aprenderán. El reto está entonces en ser consistente sin volverse predecible o aburrido. Los mejores preparadores mantienen su mensaje fresco utilizando nuevas formas de expresar las mismas ideas.
Garantizar la calidad de la enseñanza y de la formación deportiva constituye una obligación de cualquier club o escuela de fútbol para cumplir con el derecho a una buena educación, derecho del que deben gozar los jóvenes y los niños de cualquier entidad y sector social.
La velocidad a la que se desarrolla el mundo del fútbol obliga a los entrenadores a una carrera por la actualización de sus saberes. El entrenador de hoy ya no es dueño de la verdad ni del saber absoluto, una característica que le confería una indiscutible autoridad frente a los padres años atrás. Esa transformación es uno de los desafíos más grandes que encara el fútbol. Por un lado, aparece la necesidad de profesionalizar a un sector que históricamente fue, un conjunto de técnicos reproductores de saberes elaborados por otros. Para eso resulta imprescindible poner la mirada en la formación.
Otra cuestión que habitualmente se plantea en el ámbito de la formación enfrenta a la didáctica con el conocimiento. Entrenadores con importantes dotes en su materia pero con grandes dificultades para transmitírselos a los jugadores. A estas vacantes didácticas y disciplinares se suma ahora el universo que abren las nuevas tecnologías. Parece imprescindible que los entrenadores comiencen a preguntarse para qué usarlas y cómo hacerlo.
El entrenador debe ser alguien que sepa más sobre fútbol. Pero eso no es todo. Además, debe estar dispuesto a transmitirlo, a informar a otros. Que tenga interés y cierta percepción de lo que le puede faltar a los demás. Entregar al niño la experiencia, porque se es el entrenador, es una de las cosas más enriquecedoras.
El entrenador es un modificador de deportistas, que tiene una misión, tiene que cumplir un papel como educador, ese papel es formar al futbolista, eso es lo más importante, esa es la misión. El entrenador debe saber lo que tiene entre manos: entrena niños a los que él, de alguna manera, va a modelar, para donde quiera, porque estoy convencido de que el entrenador logra lo que el alumno quiera.
El principal éxito de un entrenador es lograr los objetivos que se marque, siendo fiel siempre a sus ideas. Llevar a cabo todo lo trabajado durante el año, que el equipo vaya mejorando con el paso de las jornadas. Ser un equipo reconocible para los demás, que el aficionado sepa a qué jugamos, conseguir que tus futbolistas se diviertan, aprendan y se sientan lo más útiles posible.
El entrenador, cuando se inicie, tiene que ser capaz de resolver cualquier situación del juego. Para que eso ocurra, debe formarse en relación a cómo vamos a competir, creando tareas que les ayuden a entender el juego a base de recrear situaciones y priorizar conceptos.
Las victorias le darán la posibilidad de seguir entrenando. Pero la mejora de las capacidades individuales y colectivas de los futbolistas, darán sentido a esa decisión de ser entrenador. Después del tiempo necesario formándote y creciendo como entrenador, sabrás, perfectamente, cuándo estás preparado para asumir este reto tan importante.
Los directivos cumplen un rol fundamental en incentivar las capacitaciones, los entrenamientos y el seguimiento de los entrenadores que integran su equipo. Son ellos los responsables de advertir que prepararse para entrenar exige comprender el rol deportivo que deben cumplir para garantizar el derecho de los niños a aprender y, en consecuencia, para la construcción de buenos deportistas.
El mejor entrenador no sale de tácticas, técnicas y estrategias, es personal. Diferentes entrenadores enseñan fútbol de múltiples maneras porque lo hacen de acuerdo a cómo ellos son y cómo lo ven. Entrenamos como somos. El acto de entrenar requiere la valentía de descubrir nuestro sentido de identidad.Si no sabemos quiénes somos, no podemos conocer completamente a nuestro equipo y no podremos conectar con ellos.
Muchos clubes apuestan por jugadores que acaban de colgar las botas para dirigir a sus clubes. Nuevas ideas que aportar desde el banquillo, de un ex-jugador, es algo que atrae mucho para apostar por ellos, pero muchas veces estas prisas llevan a cometer errores como que se pongan a entrenar sin tener la titulación necesaria. Ficha de delegado o utillero, cualquier ocurrencia sirve para que el imprevisto e innato entrenador pueda sentarse en el banquillo. La normativa dicta que un equipo sólo puede ser entrenado por aquellos que posean la titulación prevista en el artículo 155.1 del Reglamento de RFEF. Debemos defender a los entrenadores que tienen el título. Cualquier instructor, se llame como se llame, debe ejercer con la titulación adecuada, homologada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. ¿Sabes lo que cuesta estar preparado para ser entrenador de fútbol? Quizás si supieran el proceso que lleva, le darían el respeto que merece. Bien es cierto que hay buenos y malos entrenadores, que saben mucho o un poco menos, que transmiten más o menos, pero lo que no cabe ninguna duda es que deben cumplir unos requisitos mínimos, y ese mínimo es la titulación.
¿Por qué el fútbol precisa entrenadores formados y preparados?. La experiencia personal que un entrenador haya adquirido como futbolista no puede ser lo único, porque uno puede que no tenga muchas cosas interesantes que contar, debe enseñarles, tiene que mostrarles el camino correcto a los niños, y eso es otra cosa.
Debemos empezar por el principio, y asumir la evolución del conocimiento de la enseñanza del fútbol, con características tales que se necesitan profesionales de este deporte. Por eso creo que se requieren entrenadores muy bien formados, y deben ser formados en la experiencia de ser educadores. Ese es uno de los defectos esenciales de la formación de nuestros entrenadores. No se aprende a entrenar sino entrenando, y es un proceso complejo y lento.
Ser o no un buen entrenador se despliega en una multitud de detalles, algunos de ellos mínimos, sutiles. Es aquel que no hace una distinción entre buenos y malos. Es el que sabe que un niño tiene que tener valor de sí mismo para poder jugar. Es el que debe saber que un niño tiene necesidad de saber que puede hacer las cosas, para llegar a hacerlas. Es el que sabe adaptarse a lo que es ese niño, porque todos no son iguales. Es aquel que conoce que algunos necesitan una palabra fuerte, y otros a quien una palabra fuerte puede destruir.
Un buen entrenador sabe que no se puede enseñar sin alegría. No es posible enseñar, ni el chico puede aprender, con miedo. El niño debe aprender liberado. En definitiva: un buen entrenador es el que sabe enseñar. ¿Y qué es saber enseñar?. Transmitir lo que uno sabe, dedicarse de lleno y resolver con los propios medios las dificultades que tengamos.
La enseñanza efectiva del fútbol se fundamenta en la calidad de la relación entre el entrenador y el jugador. No termina cuando termina el entrenamiento, cuando acaba el partido. No demos la impresión de que mientras estemos en horario de trabajo, me importa mi equipo, pero no me molesten después. Uno de los principales ingredientes de la educación deportiva es el amor por ella. El deseo del jugador por el conocimiento del entrenador es muy pequeño comparado con el deseo que debe tener el entrenador por dar conocimiento al jugador. Pero para que esto sea viable el entrenador primero debe aprender a enseñar, ya que no puede darse lo que previamente no se adquiere o se tiene.
Hacen falta entrenadores porque necesitamos aprender a vivir, y porque los que ya hemos vivido experiencias, y entendemos más o menos cómo funciona el deporte del fútbol, tenemos el deber de orientar a los que desean vivirlo.
Elegir ser entrenador es un bello y generoso intento por saldar las deudas contraídas con los entrenadores que uno tuvo, comprometiéndose, a la vez, con otros. Hacer con estos lo que han hecho con uno. La elección por entrenar muchas veces admite esa explicación. Entrenó a mucha gente, y si no hubiera entrenador a nadie, me entrenó a mí y le debo mucho.
No hay situación más emocionante que encontrarme con un ex-jugador que entrenaras y te diga: Yo me hice entrenador porque tú lo fuiste mío, y que admita que mi voz aún retumba en su memoria con un grato recuerdo, no existe mejor homenaje que no te hayan olvidado, que te hagan sentir decisivos en sus vidas, y que hayas creado en ellos la vocación de enseñar el deporte del fútbol.
Pedro Meseguer Díez (@pmeseguer).
Técnico Deportivo Grado Superior.
Entrenador Nacional de Fútbol.
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